29 enero 2015, Comentarios: 0

Autor: José Antonio Martín

Un rumbo diferente

Decía hace poco uno de mis mentores, que hay dos días importantes en la vida de una persona: Uno el día que naces y otro el día en el que descubres cual es el propósito de tu vida, cuando le encuentras el sentido a tu existencia.

Al margen de si tiene o no razón, me parece un buen punto de partida para tomar un rumbo y dirigirnos con concreción a un cierto lugar, a un cierto estado, a una nueva dimensión.

Las personas que mayor determinación y compromiso tienen con sus vidas, son sin dudas aquellas que creen en sí mismas y tienen claro el propósito hacia el que orientan sus acciones; pero previamente hay que tomar consciencia de quien se es y qué es lo que se desea obtener, y eso a veces no es sencillo.

Por eso descubrir tu propia esencia y tu conexión vital con los demás y por supuesto el mejor modo de relacionarse con ellos, de modo que te permita completar tu misión, es clave para tu plenitud y la de tu entorno.

El mundo personal y laboral está muy ligado en la misma persona, como para abordarlo de forma separada y a veces erramos al pensar que son dos mundos diferentes. Evidentemente la conexión de ambos mundos puede ser permanente o discontinua pero sin duda será muy complicado vivir en armonía si uno de esos mundos no vibra con el otro.

Trabajar las esferas de consciencia y sumergirse en la introspección personal con algunas de las más variadas técnicas que existen para encontrar nuestro equilibrio personal, es clave para descubrirnos y decidir ser auténticos y vulnerables con los demás.

Si además del compromiso y la responsabilidad, de la auto-creencia y de la consciencia, ampliamos nuestra capacidad perceptiva y ponemos la guinda con la intención, no cabe duda que acabaremos encontrando esa mejor versión de nosotros mismos que tanto anhelamos y que disfrutamos solo en determinados momentos.

Liderar tu proyecto vital y profesional es por tanto un objetivo al alcance de todos, si sabemos abrirnos al amor, si decidimos honrar lo que somos, si cultivamos el perdón, si renunciamos a los miedos y si transformamos nuestras creeencias.

Solo desde ese cambio de paradigma estaremos en disposición de virar y modificar nuestros hábitos des-adaptativos en habilidades orientadas a los resultados que deseamos; y solo desde ahí nuestros actos y los de los demás en el contexto que sean, podrán verse como simples sucesos que no nos inquietarán, pues nuestro destino, aun variando ligeramente el rumbo, acabará siendo alcanzado.

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